Muchas veces, regañamos a nuestros peludos por cosas que hicieron tiempo antes de que nos diéramos cuenta, quizá llegamos a casa y encontramos nuestras cosas babeadas o mordidas, el rollo del baño por toda la casa o la caneca de basura al revés, y es ahí, cuando explotamos castigándolos por sus actos.
Las travesuras relacionadas con la destrucción de objetos, normalmente se deben a una falta de actividad mental, falta de paseo o simple aburrimiento. Además, generalmente no le enseñamos las cosas inapropiadas a nuestros peludos, sino hasta el momento en que las hacen y no de la mejor manera. ¡Cuidado!, a ti no te gustaría que te reprendieran por algo que no sabías que no debías hacer. Cuando no le enseñamos a nuestros peludos, cuáles son los objetos con los que pueden jugar y los que no, no podemos culparlos, por entretenerse con esos “juguetes” divertidos que se encuentran a la mano.
¿En qué me equivoco?
Cuando descubrimos las pilatunas de nuestros peludos, solemos ir tras ellos, preguntándoles las razones de su comportamiento, creyendo que “se esconden o agachan las orejas, porque se sienten culpables”, cuando en realidad lo que nos están demostrando es que tienen miedo y están tristes, por la forma en que les hablamos cuando los regañamos. En otras ocasiones, nos reímos de lo que han hecho, les mostramos sus daños y los consentimos porque nos parten de ternura, pero ¡cuidado!, con esto lo que estamos logrando, es asociar el lugar, el objeto o la conducta a una situación divertida, luego ya no podremos quejarnos porque quieran repetirla.
¿Qué hacer?
Conócelo, date tiempo para aprender más sobre tu hijo perruno, investiga sobre las características de su especie, pon atención a la forma en que se relaciona con su familia humana, y examina lo que lo hace diferente de otros perros; eso te permitirá profundizar sobre sus necesidades y el porqué de sus conductas y sobre todo, te acercara más a él, para llegar a comprenderlo mejor.
Enséñale límites, no esperes a que ocurra una situación desagradable, para mostrarle cual debe ser su comportamiento, día a día puedes ir reforzando sus conductas positivas y bloqueando las negativas, esto siempre será más beneficioso que regañarlo.
Premia, esos comportamientos que te agradan, recompénsalo en el momento justo, de esa manera capturaras las conductas adecuadas, e incluso podrás enseñarle muchos trucos. Las recompensas, sobre todo si son sabrosas o divertidas, generan recordación y refuerzan la conducta, claro que siempre deben estar acompañadas de palabras amables y mucho amor.
Ignora, las conductas que sean desagradables, es más fácil sustituir un mal hábito por uno bueno, que tratar de eliminar una mala conducta sólo porque sí y a regaños.
Corrige, aquellas travesuras en las que lo atrapes “infraganti”, mostrándole que su conducta es inadecuada, para esto no hay necesidad de sobre exceder la fuerza, ni en la voz, ni en las manos. Puedes enviarlo a un lugar específico para cuando cometa esas “pilatunas”, retirarle un juguete que le guste y tenga a la vista, o simplemente, mantener un tono serio y de regaño “un no profundo” retirándote de su vista, ignorando su compañía y sus juegos por un rato. Y no te preocupes, ¡él no te dejara de querer!
Por: Johanna Angélica Gonzalez Becerra (2016)