Mi perro se las trae conmigo

"En ocasiones me pregunto, si hago bien las cosas cuando se trata de educar a mi perro... "

Angélica González
1 de April de 2017

Educación

Mi perro se las trae conmigo

“En ocasiones me pregunto, si hago bien las cosas cuando se trata de educar a mi perro. Pienso en las razones por las cuales se porta diferente con otras personas, pareciendo tan obediente y tranquilo, en cambio a mí me muerde las manos, los zapatos o simplemente se hace pipi cuando estoy a su alrededor. A veces creo que es por venganza de las ocasiones que lo he regañado, otras porque me tiene miedo o definitivamente porque se las trae conmigo”.

Esta es la queja diaria de muchos padres perrunos, que, desesperados por entender a sus mascotas, no encuentran más respuesta que atribuirle emociones humanas y pensamientos llenos de estrategias en su contra. Pues ¿Qué otro motivo podría llevar a su perro a comportarse tan mal, si no es la rabia, la venganza y la manipulación?.

Pues bien, lo primero es aclarar, que por más que amemos a nuestras mascotas, ellos no tienen todas las emociones humanas que quisiéramos atribuirles. Los perritos, no experimentan estados de venganza, manipulación u odio, simplemente responden de la manera que su instinto y nuestra educación les han enseñado. Por eso quisiéramos dejarte unas estrategias y recomendaciones, que no solo te enseñarán a actuar de mejor manera con tu perrito, sino que te permitirán avanzar en la forma de relacionarte con él, trabajando en los modales y comportamientos que tanto te inquietan.

Estrategias

a) Establecer vinculo: Una de las tareas más importantes, es la de crear un vínculo emocional con tu perrito, pues este es una forma de conexión, en la cual se establecen jerarquías, mostrándole las razones por las que mereces su confianza, respeto y obediencia. Esto será fundamental para que responda adecuadamente ante las estructuras que impongas en casa y a lo largo de su vida. El vínculo será la base de todo lo que envuelva tu relación con él, por ende, debes considerarlo como el factor más importante en la misma y nutrirlo constantemente para que no desaparezca.

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b) Satisfacer sus necesidades: Si realmente quieres un perrito receptivo, en capacidad de aprender órdenes o seguir estructuras, debes permitirle satisfacer primero sus necesidades fundamentales. NO puedes iniciar ningún aprendizaje ni esperar algún resultado, de un perrito que no se saca al baño, no está sano, bien alimentado, o no recibe suficientes estímulos de amor, juego, atención o compañía.

c) Comprender sus etapas: Es importante saber que los perritos también cruzan por etapas, unas más difíciles que otras, como la infancia, la adolescencia y la senilidad, por eso a veces cambian sus comportamientos.

d) Crear rutinas: Los paseos, la comida, el baño e higiene corporal, la clase, los juegos etc., deben tener horarios lo menos arbitrarios posibles. De esta manera se crearán hábitos saludables y se evitarán disgustos.

e) El Juego: Enséñale lo agradable que es estar bien contigo, dedica un tiempo a su compañía, y premia los buenos comportamientos con actitud positiva y lúdica. De esta manera será más fácil que tu perro comprenda cuando te has enfadado por algo, así minimizaras las correcciones y establecerás la existencia de recompensas por su conducta. Los perros son seres sociales y está demostrado que aprenden a leer nuestras expresiones corporales y a distinguir nuestro estado de ánimo según el tono de nuestra voz.

f) Adiestramiento: Mediante el aprendizaje de órdenes y conductas básicas, se establecerá la disciplina, más aún si las clases son darías, tienen un horario determinado y están marcadas por técnicas positivas.

g) Paseos: Cuando tu perrito sale de paseo aprende que existen períodos de relax y tiempos de actividad, esto ayuda a que este más tranquilo en casa. Además, aprende a relacionarse con otros humanos y con otros amiguitos de su especie, controlando miedos, ladridos y ansiedades.

h) Acarícialo o péinalo con frecuencia: Cuando tocas el cuerpo de tu perrito incrementas el vínculo, reduciendo el estrés y desensibilizando diferentes zonas. Tener un completo manejo y control de su cuerpo, e ayudara en las ocasiones en que debas revisarlo, tomarle la temperatura o manipularlo para cualquier situación. Además, si es un perrito que muerde manos, podemos aprovechar este ejercicio para iniciar una corrección.

Lo que debes no hacer

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a) Castigarle con el collar o correa: No halemos su correa para reprenderlo, no lo golpeemos con esta y no lo amarremos en lugares de la casa, balcón o patio. La correa es uno de los instrumentos más grandes de comunicación con tu perrito, es como un cordón umbilical a través del cual le trasmites tus emociones, necesidades y peticiones. Un perrito sabrá si estas tenso, tienes miedo o angustia solo con la forma en que llevas la correa durante una salida y reaccionará ante los estímulos proporcionados intentando suplir tus necesidades o acogiéndolas como suyas. Será en ese momento que intentara ser protector ladrando y atacando; se pondrá nervioso con los factores que lo rodean; se mostrara disperso y rebelde; o se sentirá agobiado, cansado y triste.

Utiliza la correa solo en positivo, conviértela en un sinónimo de recompensa (salir de paseo, salir a olfatear y ver amigos), seguridad, tranquilidad, afecto y compañía.

b) Castigarle por no aprender acciones: Los perritos también pueden asumir conductas rebeldes cuando los forzamos a seguir ordenes que no comprenden, traen abuso físico o emocional, o son dañinas para sí mismos o los seres que aman. Si un perrito no entiende lo que le estas pidiendo no podrá llevarlo a cabo y se terminará irritando o cansando, manifestando incluso reacciones agresivas o depresión. La clave está en hacerse entender del perro de una manera clara y positiva, que vea una recompensa en lo que está haciendo (afecto, comida, juego), para esto el clicker, el luring y otras técnicas de entrenamiento suelen ser muy útiles, pues muestran lo que deseamos y capturan la conducta en el momento preciso.

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c) Castigarle para que aprenda a hacer sus necesidades: No lo castigues porque no sabe ir al baño, aprender donde debe hacer sus necesidades es un proceso difícil para nuestras mascotas, por esta razón debemos ser pacientes, crear rutinas y formar estructuras. Estamos luchando contra los instintos básicos de tu perrito y pidiéndole algo que a los humanos nos lleva bastante tiempo “control de esfínteres”. Golpearlo o maltratarlo no dará la solución, pues solo hará que se frustre, sienta rabia y agreda, o peor aún que contenga sus necesidades hasta enfermarse.

Debemos prepararnos para llevarlo o sacarlo con mucha frecuencia al lugar donde se desea que haga sus necesidades y premiarlo cada vez que lo consiga; no castigarlo sino cuando lo encontramos en el acto; no limpiar delante suyo; y utilizar productos que retiren muy bien los olores.

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d) Esperar que actúen o se comporten como humanos: Es innegable lo mucho que amamos a nuestros perritos y nuestro interés por siempre brindarles lo mejor, sin embargo, debemos estar muy conscientes de no caer en su humanización. No podemos esperar que respondan ante las situaciones de la manera que lo haría un niño, ni que generen nuestros mismos intereses, gusto o necesidades.

Tampoco debemos pretender que vayan al baño, duerman o coman como lo haría una persona, pues ellos a pesar de nuestro amor, siguen siendo perritos, seres con instintos, genética y estructura cognitiva de perrito, por eso, debemos amarlos así como son y tratar de hacerlos felices, aceptando su naturaleza.

e) Ser inconsciente con el castigo: Los castigos no deben superar límites ni ser excesivos y como regla general se deben ejercer cuando se encuentra al perrito “con las manos en la masa” de lo contrario no tendrán efectividad y podrán acarrear más problemas y rebeldía. Cuando un castigo es prolongado tampoco tiene efectividad porque el perrito pierde prontamente la asociación entre lo ocurrido y lo que está viviendo, estará entonces cada vez más agresivo, irritado o estresado.

f) Causarle dolor físico: Al golpearlo estamos causando miedo, aversión y rabia, sobre todo si utilizamos nuestras manos, pues dentro de los instintos básicos del perro no se encuentra el de temer a las manos de los humanos ni a los objetos que portan en ellas, pues entre los perros las correcciones no se dan así, por tanto, si el perro responde ante estas acciones es porque le hemos instaurado miedo hacia nosotros y no porque hayamos tenido éxito con nuestra educación. Y cuidado el miedo puede ocasionar mordeduras, ataques, escapes o incluso autodestrucción (contener sus necesidades hasta dañar su vejiga, morderse o lamerse copiosamente, arrancarse el pelo, etc.).

g) Causarle un shock emocional: Un shock emocional ocurre cuando golpeamos a los perritos con periódicos o revistas en el cuerpo, exageramos los gritos, los encerramos prolongadamente o dejamos de satisfacer necesidades básicas de agua, alimento o afecto. El resultado de estos actos puede generar el efecto contrario o lo peor una reacción agresiva y progresiva, además el aprendizaje no será significativo, pues el perro no está respondiendo a una orden sino evitando un suceso con su comportamiento.

Cuando no se asimila la orden de manera positiva se corre el riesgo de que no haya un cambio de conducta, la respuesta sea variable o haya negación total a la misma. No será de sorprender si un día el perro muerde o agrede al pedírsele una orden o reprenderlo por no hacerla, pues será resultado de una represión de sus emociones y una acumulación de estrés.

h) Darle mucha importancia a su comportamiento: Cuando atendemos demasiado una conducta la reforzaremos cada vez más, no importa si nuestra atención es negativa o positiva pues estaremos brindando ¡atención! Muchas veces los perritos sufren de problemas de ansiedad, hiper apegos o comportamientos destructivos y nos esforzamos en regañarlos una y otra vez para tratar de cambiar su conducta, pero no logramos nada. Esto muchas veces pasa porque ellos han descubierto que al hacer daños o portarse mal les prestamos más cuidado, nos tomamos la molestia de interrogarlos, gritarlos, corregirlos, encerrarlos o incluso pasar tiempo con ellos porque nos sentimos culpables de sus malestares emocionales

i) Mantener una actitud enfadada con el perrito tras el castigo: Cuando reprendemos un perrito debemos mostrar que su comportamiento nos ha disgustado y apartarlo un poco mostrando indiferencia, no consentirlo, premiarlo o jugar con él. Sin embargo, esta actitud debe tener un límite, no podemos estar prolongarlo durante horas o días pues el perro es un ser de acciones inmediatas y no comprenderá un proceso prolongado, al contrario, lo ira asociando con otras conductas.

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